Este verano íbamos a tirar un mueble que estaba muy muy viejo y endeble, es el típico que sirve para poner la tele con ruedas, pero como os digo ya no servía para apoyar nada, justo cuando lo estaba moviendo para tirar, me empezó a invadir ese come come de jopé... otra cosa más a la basura, y me dije... "Chica, por qué no le das otra oportunidad y lo utilizas para algo?"
Como estaba mi sobri, se me ocurrió rápidamente que podía servir para hacer algo para los peques, y de ahí surgió la idea de hacer una cocinita, jugar a cocinar es algo que le encanta a todos los niños.
La verdad es que como no esperaba que triunfase tanto, no me esforcé mucho en pintarlo ni pegarlo, ya que la idea no era restaurarlo, sino darle un último uso, haciendo un juguete para ese verano antes de llevarlo al punto limpio.
Lo pinté de rojo sin ni siquiera lijarlo, los fogones de negro, mi hermano hizo el agujero para que pudiésemos meter un barreño a modo de fregadero, y alrededor lo pintamos de azul, le pusimos una goma para poner una cortinita (reciclando una cortina de ducha vieja), y ya está, ¡más sencillo y rápido imposible!
Resultó que fue todo un éxito entre los sobris que han ido pasando este verano por casa de mis padres, así que lo que en principio iba a ir a la basura, y lo que pensaba que iba a durar sólo unas semanas de verano, ahí sigue, haciendo disfrutar y haciendo volar la imaginación de los más peques de mi casa, son capaces de hacerte desde unas mini calabazas, hasta una sopa de agua con hojas secas...
¡Qué tiemble Arguiñano!
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